FILOSOFÍA DE LA NATURALEZA
¿Qué es la filosofía de la naturaleza?
La filosofía de la naturaleza, a veces
llamada filosofía natural o cosmología es el nombre que
recibió la rama de la ciencia que hoy conocemos como física hasta
mediados del siglo XIX. Así, el conocido tratado de Isaac Newton.
Es la rama de la filosofía que se ocupa del mundo natural o físico.
Ésta cuanta con un objeto material y un objeto formal. El
objeto material es el conjunto de los entes naturales materiales, los que son
estudiados también por las ciencias experimentales, pero desde otra
perspectiva.
El objeto formal es el ser del ente corpóreo (ente
físicamente móvil), como dice Aristóteles la materia está siempre en potencia
de adquirir nuevas formas.
Edad antigua: Los filósofos griegos entendían la naturaleza
como una substancia permanente y primordial que se mantiene a través de los
cambios que sufren los seres naturales. El título de "filósofos de la
naturaleza" se les puede adjudicar a los filósofos presocráticos quienes
se interesaron por el problema cosmológico, es decir por el origen del mundo, y
trataron de dar respuesta a sus interrogantes partiendo de objetos concretos de
la naturaleza a los que llamaron arjé (principio).
Edad media: La naturaleza es concebida como organismo universal,
autosuficiente, un sistema unificado de fuerzas omnipresentes animado por un
alma cósmica en la que la distinción entre lo vivo (el espíritu), y lo no vivo
(la materia), pierde su significado. Todo está vivo, el universo está vivo, las
cosas en ese organismo no ocurren porque algún ser no natural intervenga en él.
El siglo XVI es un siglo de grandes avances en botánica y
demás ciencias naturales. Además, los europeos llegan
a América.
Filosofía natural y cosmovisión
Se piensa que la filosofía de la naturaleza se ocupa de
construir, con la ayuda de las ciencias experimentales, imágenes de la
realidad. Por ejemplo teorías acerca de la constitución de la materia, del
universo, de las propiedades físicas, etc.)
La cosmovisión nominalmente designa una cierta visión de
conjunto relativa al mundo en que actúa el hombre y compuesta por una serie de
convicciones que permiten en alguna medida orientarse en él. Tal concepto
parece que fue acuñado por Guillermo von HUMBOLDT, aunque haya sido DILTHEY
quien en mayor grado lo ha tematizado. Se trata de una como decantación
conceptual de la experiencia, impregnada del tono característico que le da un
individuo, o bien una época histórica. «Las concepciones del mundo no son
productos del pensamiento. No nacen de la pura voluntad de conocer...
Surgen de las actividades vitales de la experiencia de la
vida, de la estructura de nuestra totalidad psíquica» *. Por ende, están
sometidas a las variaciones de la historia y de la cultura, en función de una
pluralidad de factores.
El valor de la filosofía natural
Evidentemente, las consideraciones primeras son las más
importantes para la filosofía de la naturaleza, aunque también deben ocuparse
cuestiones hipotéticas, delimitando en cada caso su grado de certeza.
La experiencia desempeña un lugar importante dentro del
método de la filosofía. Aunque la filosofía de la naturaleza no busca un
conocimiento detallado tal como el que proporcionan las ciencias, debe basarse
en el conocimiento proporcionado tanto por la experiencia ordinaria como por
las ciencias. No es posible someter las explicaciones filosóficas a control
experimental como se hace en las ciencias; pero esas explicaciones deberán ser
abandonadas cuando no correspondan a los conocimientos particulares bien
fundados en la experiencia y en las ciencias.
El valor de las explicaciones filosóficas depende de dos
factores. En primer lugar, deben responder a problemas auténticos, bien
planteados. Y además deben resolverlos de modo satisfactorio.
La existencia de genuinos problemas filosóficos es negada por
quienes afirman que sólo hace falta explicar de qué están compuestas las cosas y cómo funcionan. Sin duda, estas dos preguntas
son importantes, y constituyen el tema principal de las ciencias naturales. Sin
embargo, no agotan los problemas que la naturaleza plantea a la mente humana.
Por ejemplo, podemos preguntarnos por la explicación última del orden que
existe en la naturaleza; las ciencias nos proporcionan explicaciones cada vez
más detalladas sobre ese orden, pero ese conocimiento, lejos de apagar el
interés por las preguntas radicales, más bien lo aumenta.
Cuando más avanzan las ciencias, más
asombroso resulta el orden que existe en la naturaleza. Otros problemas se
refieren a la explicación de las entidades, procesos, y propiedades de la
naturaleza de modo general, más allá de los conocimientos particulares
proporcionados por las ciencias.
Filosofía de la naturaleza y ciencias experimentales
Las ciencias experimentales necesitan de la filosofía de la
naturaleza para reducir toda la realidad a los aspectos que ellas captan según
su método. Ya que la filosofía de la naturaleza hace posible encuadrar los
resultados de esas ciencias en el contexto de los conocimientos más profundos
de la filosofía, evitando el peligro del reduccionismo.
Proporcionan conocimientos y permiten la fabricación de
instrumentos, pero cae fuera de su ámbito la cuestión ética acerca de los fines
para los que pueden o deben emplearse.
Las ciencias naturales tienen en
común un objetivo general: concretamente, buscan un conocimiento de la
naturaleza que pueda ser sometido a control experimental. Ese requisito viene a
ser una exigencia mínima que debe cumplir cualquier explicación para ser
admitida dentro de la ciencia experimenta.
La filosofía de la naturaleza debe
tomar en cuenta los conocimientos alcanzados por las diferentes ramas de la
ciencia experimental. Pero su enfoque es diferente, ya que, como queda dicho,
se pregunta por las causas últimas de la naturaleza y propone explicaciones
generales que van más allá de lo que se busca en la ciencia experimental. Por
ejemplo, propone los conceptos de substancia, o de potencialidad y actualidad,
para explicar determinadas características de la naturaleza; tales conceptos,
en cambio, no son un tema propio de ninguna disciplina científica: las ciencias
estudian las substancias y las potencialidades naturales, pero no se preguntan
por la noción misma de substancia o de potencia tal como lo hace la filosofía.
La filosofía de la naturaleza y las
ciencias naturales corresponden a enfoques diferentes, pero complementarios. De
hecho, esa complernentariedad fue respetada hasta que, en el siglo XIX, el
idealismo pretendió invadir el terreno de las ciencias y los científicos
sintieron que la filosofía no les ayudaba, sino que les ponía obstáculos.
La reacción anti-filosófica
cristalizó en el cientificismo, que
consideraba a la ciencia experimental como el único conocimiento válido de la
realidad; una de sus variantes más importantes fue el positivismo, que pretendía
reducir la ciencia a establecer relaciones entre fenómenos observables,
evitando todo lo que traspasara ese límite.
En realidad, el cientificismo es
contradictorio, pues niega el valor de todo conocimiento que no se consiga
mediante la ciencia, y esta tesis no es el resultado de ninguna ciencia.
Además, el positivismo establece un requisito que ni siquiera puede ser
cumplido por las ciencias, cuyo progreso requiere que vayan mucho más allá de
lo que se puede observar en la experiencia.
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