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domingo, 21 de abril de 2013

FILOSOFÍA DE LA NATURALEZA




FILOSOFÍA DE LA NATURALEZA



¿Qué es la filosofía de la naturaleza?

La filosofía de la naturaleza, a veces llamada filosofía natural o cosmología es el nombre que recibió la rama de la ciencia que hoy conocemos como física hasta mediados del siglo XIX. Así, el conocido tratado de Isaac Newton. Es la rama de la filosofía que se ocupa del mundo natural o físico.
Ésta cuanta con un objeto material y un objeto formal. El objeto material es el conjunto de los entes naturales materiales, los que son estudiados también por las ciencias experimentales, pero desde otra perspectiva.
El objeto formal es el ser del ente corpóreo (ente físicamente móvil), como dice Aristóteles la materia está siempre en potencia de adquirir nuevas formas.
Edad antigua: Los filósofos griegos entendían la naturaleza como una substancia permanente y primordial que se mantiene a través de los cambios que sufren los seres naturales. El título de "filósofos de la naturaleza" se les puede adjudicar a los filósofos presocráticos quienes se interesaron por el problema cosmológico, es decir por el origen del mundo, y trataron de dar respuesta a sus interrogantes partiendo de objetos concretos de la naturaleza a los que llamaron arjé (principio).
Edad media: La naturaleza es concebida como organismo universal, autosuficiente, un sistema unificado de fuerzas omnipresentes animado por un alma cósmica en la que la distinción entre lo vivo (el espíritu), y lo no vivo (la materia), pierde su significado. Todo está vivo, el universo está vivo, las cosas en ese organismo no ocurren porque algún ser no natural intervenga en él.
El siglo XVI es un siglo de grandes avances en botánica y demás ciencias naturales. Además, los europeos llegan a América.

Filosofía natural y cosmovisión

Se piensa que la filosofía de la naturaleza se ocupa de construir, con la ayuda de las ciencias experimentales, imágenes de la realidad. Por ejemplo teorías acerca de la constitución de la materia, del universo, de las propiedades físicas, etc.)
La cosmovisión nominalmente designa una cierta visión de conjunto relativa al mundo en que actúa el hombre y compuesta por una serie de convicciones que permiten en alguna medida orientarse en él. Tal concepto parece que fue acuñado por Guillermo von HUMBOLDT, aunque haya sido DILTHEY quien en mayor grado lo ha tematizado. Se trata de una como decantación conceptual de la experiencia, impregnada del tono característico que le da un individuo, o bien una época histórica. «Las concepciones del mundo no son productos del pensamiento. No nacen de la pura voluntad de conocer... 
Surgen de las actividades vitales de la experiencia de la vida, de la estructura de nuestra totalidad psíquica» *. Por ende, están sometidas a las variaciones de la historia y de la cultura, en función de una pluralidad de factores.

El valor de la filosofía natural

Evidentemente, las consideraciones primeras son las más importantes para la filosofía de la naturaleza, aunque también deben ocuparse cuestiones hipotéticas, delimitando en cada caso su grado de certeza.
La experiencia desempeña un lugar importante dentro del método de la filosofía. Aunque la filosofía de la naturaleza no busca un conocimiento detallado tal como el que proporcionan las ciencias, debe basarse en el conocimiento proporcionado tanto por la experiencia ordinaria como por las ciencias. No es posible someter las explicaciones filosóficas a control experimental como se hace en las ciencias; pero esas explicaciones deberán ser abandonadas cuando no correspondan a los conocimientos particulares bien fundados en la experiencia y en las ciencias.
El valor de las explicaciones filosóficas depende de dos factores. En primer lugar, deben responder a problemas auténticos, bien planteados. Y además deben resolverlos de modo satisfactorio.
La existencia de genuinos problemas filosóficos es negada por quienes afirman que sólo hace falta explicar de qué están compuestas las cosas y cómo funcionan. Sin duda, estas dos preguntas son importantes, y constituyen el tema principal de las ciencias naturales. Sin embargo, no agotan los problemas que la naturaleza plantea a la mente humana. Por ejemplo, podemos preguntarnos por la explicación última del orden que existe en la naturaleza; las ciencias nos proporcionan explicaciones cada vez más detalladas sobre ese orden, pero ese conocimiento, lejos de apagar el interés por las preguntas radicales, más bien lo aumenta.
Cuando más avanzan las ciencias, más asombroso resulta el orden que existe en la naturaleza. Otros problemas se refieren a la explicación de las entidades, procesos, y propiedades de la naturaleza de modo general, más allá de los conocimientos particulares proporcionados por las ciencias.

Filosofía de la naturaleza y ciencias experimentales

Las ciencias experimentales necesitan de la filosofía de la naturaleza para reducir toda la realidad a los aspectos que ellas captan según su método. Ya que la filosofía de la naturaleza hace posible encuadrar los resultados de esas ciencias en el contexto de los conocimientos más profundos de la filosofía, evitando el peligro del reduccionismo.

Proporcionan conocimientos y permiten la fabricación de instrumentos, pero cae fuera de su ámbito la cuestión ética acerca de los fines para los que pueden o deben emplearse.
Las ciencias naturales tienen en común un objetivo general: concretamente, buscan un conocimiento de la naturaleza que pueda ser sometido a control experimental. Ese requisito viene a ser una exigencia mínima que debe cumplir cualquier explicación para ser admitida dentro de la ciencia experimenta.
La filosofía de la naturaleza debe tomar en cuenta los conocimientos alcanzados por las diferentes ramas de la ciencia experimental. Pero su enfoque es diferente, ya que, como queda dicho, se pregunta por las causas últimas de la naturaleza y propone explicaciones generales que van más allá de lo que se busca en la ciencia experimental. Por ejemplo, propone los conceptos de substancia, o de potencialidad y actualidad, para explicar determinadas características de la naturaleza; tales conceptos, en cambio, no son un tema propio de ninguna disciplina científica: las ciencias estudian las substancias y las potencialidades naturales, pero no se preguntan por la noción misma de substancia o de potencia tal como lo hace la filosofía.
La filosofía de la naturaleza y las ciencias naturales corresponden a enfoques diferentes, pero complementarios. De hecho, esa complernentariedad fue respetada hasta que, en el siglo XIX, el idealismo pretendió invadir el terreno de las ciencias y los científicos sintieron que la filosofía no les ayudaba, sino que les ponía obstáculos.
La reacción anti-filosófica cristalizó en el cientificismo, que consideraba a la ciencia experimental como el único conocimiento válido de la realidad; una de sus variantes más importantes fue el positivismo, que pretendía reducir la ciencia a establecer relaciones entre fenómenos observables, evitando todo lo que traspasara ese límite. 
En realidad, el cientificismo es contradictorio, pues niega el valor de todo conocimiento que no se consiga mediante la ciencia, y esta tesis no es el resultado de ninguna ciencia. Además, el positivismo establece un requisito que ni siquiera puede ser cumplido por las ciencias, cuyo progreso requiere que vayan mucho más allá de lo que se puede observar en la experiencia.


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